En varias ocasiones he escrito sobre la pérdida gradual de los sentidos, debido principalmente al mal uso de la tecnología. Todo lo que es demasiado es perjudicial, no necesitamos estar constantemente resaltando eso. Así, ya en los años 70 publicábamos en un periódico técnico un artículo en el que se trataba de la constatación de la pérdida de la capacidad auditiva, principalmente por los jóvenes, por oír sonido muy alto en las casas nocturnas y baladas que frecuentaban.

El estudio hecho por las autoridades responsables del alistamiento de jóvenes por el ejército de Suecia llegó al resultado alarmante que más del 50% de los jóvenes estaba con la audición comprometida.

   No ha adelantado mucho la alerta, e incluso con algunas leyes que impiden el volumen excesivo en ciertos ambientes, no se puede controlar el volumen del sonido de auriculares y aparatos de sonido en general de forma total, aunque en algunos casos existan aplicaciones que hagan ella.

 


 

 

   Y ahora en febrero de 2019 el asunto vuelve a la superficie con la noticia que leemos en que se constata que más de mil millones de personas están con la audición irreversiblemente afectada por el sonido en alto volumen que suelen oír y de los ambientes que frecuentan. Nosotros mismos en una reciente estancia en un hotel del nordeste fuimos al teatro donde se presentaba una pieza para niños. No pudimos quedarnos en el lugar, por el volumen excesivo que hacía doler los oídos.

   Antes de salir no tuvimos dudas, rodamos la aplicación "decibelímetro" que tenemos en nuestro celular y el valor presentado comprobó lo que esperábamos: 121 dB (en el límite del dolor). Ahora, someterse a este nivel sonoro por intervalos largos causa daños irreversibles al oído. ¡Y la pieza era para los niños!

   Se percibe hoy que en el mundo artístico, con la disponibilidad de equipos de sonido cada vez más potentes, la idea de que, cuanto más potencia, mejor es la que rige y los límites que afectan la salud ya quedaron atrás hace mucho tiempo. Una nueva generación de sordos está siendo creada.

   Más un sentido que la naturaleza tardó millones de años para perfeccionarse y que en pocos años de mal uso vamos a perder. Tal vez en el futuro, los niños ya nacen sordas y aún en el hospital, tendrán los chips de la audición implantados.

   Dicen que el hombre tenía antes una brújula natural en su cerebro y que se atrofió después de que se convirtió en sedentario y no necesitaba más utilizarla. ¿Cuáles serán los nuevos sentidos que perderemos? Ya tratamos de la visión en nuestro TP0024, y luego debe venir el olfato, ya tan afectado por los olores de las grandes ciudades. Pase al lado del río Tiete y río Pinheiros en São Paulo y compruebe ....

   

 

 

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