Durante miles de años, la presencia del hombre en este planeta no perturbó de manera tan intensa el equilibrio de las fuerzas naturales como ocurre de unos siglos para acá. Después de que los europeos agotaron sus minas de carbón y quemaron todos sus bosques, para obtener energía para su revolución industrial y el resto del mundo comenzó a hacer de otras fuentes de energía, la preocupación por el equilibrio de las fuerzas naturales aumentó y por motivos obvios.

 

Olvidando que antes de cobrar por el mantenimiento de la Amazonía, los europeos y otros pueblos deberían cuidar de reponer los bosques que destruyeron, tenemos otros puntos a considerar. A partir del momento en que lanzamos en la atmósfera en pocos años el gas carbónico que la naturaleza tardó millones de años en retirarse, y almacenar en yacimientos como el petróleo y el carbón, los desequilibrios que ocurren en la naturaleza comienzan a notarse y forma extremadamente peligrosa.

El clima de la tierra oscila a intervalos regulares de 40 000 años, cuando entonces se manifiestan eras de frío (glaciales) y de calor. Sin embargo, estas oscilaciones son naturales, en gran parte determinadas por los ciclos internos del propio sol. Pero si el hombre influye en el clima de su planeta de forma que pueda haber una modificación de estos ciclos, con un aumento de los picos de uno de ellos, como en el caso de los picos de calor, existen límites que no pueden ser superados, sin el peligro de no hay vuelta. En otras palabras, el clima de la tierra oscila de manera natural, pero si hay una acción externa que afecte esta oscilación, entrará en un proceso irreversible que tanto puede llevar a un nuevo estado de clima sin retorno, o sea, un calentamiento tal que sea capaz de destruir la vida en nuestro planeta. Podemos decir que nuestro planeta vive en un estado de equilibrio inestable.

Es claro que el hombre tiene conciencia de ello, sin embargo, debe actuar para utilizar mejor las fuentes de energía, partiendo hacia soluciones alternativas y la propia reposición del carbono que está lanzando en la atmósfera. Un hecho interesante que merece un comentario es la tempestad solar, de la que hablamos en otro artículo de esta sección. Una investigación muestra que a las grandes tormentas solares están asociados inviernos rigurosos en la tierra y veranos secos. Si realmente eso es válido, en lugar de un invierno regido por el calentamiento global, tal vez tengamos justamente lo contrario, un invierno riguroso, regido por las tempestades solares, lo que tal vez sorprenda a muchos, pero que revelará que todavía existen fuerzas de la naturaleza que pueden contraponer a la acción destructora del hombre. En fin, todavía necesitamos aprender mucho sobre la naturaleza y sobre todo respetarla para que no sea demasiado tarde para revertir un proceso que nos perjudique para siempre.

 

 

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