El 9 de marzo de 2012 tuvimos la ocurrencia de una de las más intensas de las tempestades solares de los últimos años. Muchos, que no saben bien lo que eso significa pronto, imaginaron consecuencias terribles para la tierra cuando lo que ocurre, aunque lleve, llega a causar algunos contratiempos sí, pero nada preocupante. Para entender lo que es una tempestad solar vamos al sol. Nuestro astro rey consiste en una bola de gases, predominantemente hidrógeno y helio que, en la superficie tiene una temperatura de poco más de 5 400º C y en el interior llega cerca de 15 millones de grados.

   El sol tiene un diámetro 109 veces mayor que la tierra y su masa se acerca al 1 millón de veces la de nuestro planeta. Los procesos nucleares convergen el hidrógeno en helio, liberando la energía que lo mantiene caliente y que nos calienta.

   Con todo ese calentamiento el sol es extremadamente turbulento, con corrientes de gases y explosiones de energía ocurriendo en todo momento en una intensidad miles o millones de veces la de una bomba atómica. En su superficie, por ejemplo, observamos manchas oscuras que no son más que lugares turbulentos en los que la temperatura es un poco más baja que en las vecindades, pero aún muy calientes.

   Estas manchas, que llegan a tener 300 000 km de diámetro, presentan campos magnéticos muy intensos y de vez en cuando ocurren explosiones que arrojan una inmensa cantidad de partículas eléctricas al espacio. Las protuberancias solares, llamas que alcanzan miles de kilómetros son esas explosiones responsables de las tempestades que golpean la tierra en algunas horas y pueden causar diversos problemas.

   Estas tempestades consisten entonces en flujos extremadamente intensos de partículas cargadas de electricidad que se propagan por el espacio, pudiendo afectar equipos eléctricos y electrónicos.

   Nuestras telecomunicaciones que dependen de la ionosfera e incluso muchos circuitos de transmisión de energía pueden ser afectados. La ionosfera es una capa electrizada alrededor de la tierra que refleja las ondas de radio. Cuando las partículas provenientes del sol alcanzan esa capa, sus propiedades eléctricas cambian y las ondas pueden sufrir problemas de propagación. GPS, celulares y TV que dependen de satélites repentinamente pueden entrar en el pane. Las líneas de transmisión de energía que funcionan como antenas, también pueden sufrir paneles así como los enlaces de microondas como los usados ??en telefonía celular.

   En fin, por algunas horas las partículas que alcanzan la tierra también pueden electrificar de tal forma la alta atmósfera (ionosfera) que provocan luminosidad creando fuertes auroras boreales y provocando innumerables disturbios eléctricos aquí abajo. Entrando por la ionosfera ellas espiral hacia los polos donde causan la bella luminiscencia conocida como aurora boreal. En fin, no es el fin del mundo, y tenemos que acostumbrarnos, pues eso ocurre siempre en un ciclo de aproximadamente 11 años en que nuestro sol pasa por periodos de calma y actividad intensa. Pueden estar tranquilos que su tostadora de pan no va a sufrir interferencias por causa de eso y ni quemarse.

(*) Este artículo fue publicado originalmente en la revista Novitá de Abril de 2012, pero fue actualizado en 2012, pues se trata de asunto que no perdió la actualidad. Todavía somos muy vulnerables a los efectos de las tormentas solares. En realidad, en 1967 escribí un artículo llamado "Veleros Espaciales", publicado en un periódico llamado Electrónica en Foco en el que analizaba la posibilidad de utilizar el flujo de partículas emitidas por el sol para impulsar naves espaciales usando enormes velas. Artur Clarke, posteriormente escribió justamente un libro que recibió el título "Viento Solar" en el que exploró el asunto. Hoy la NASA analiza la posibilidad de tener naves impulsadas por el viento solar. Recuerdo que las partículas emitidas por el sol hacen una especie de "presión" pudiendo impulsar objetos.

 

 

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